Stephanie Casadiego
Edgar Castro
Estudiantes X Semestre de
Medicina
Universidad de Cartagena
La violencia contra la mujer es un problema social. Es un error
considerar que envuelve solo a la pareja, ya que puedo afirmar con seguridad
que este hecho ha cruzado los limites que antes se consideraban “aceptables” en
una sociedad de orígenes patriarcales, en donde el movimiento feminista ha
participado en la evolución del pensamiento de los hombres que manejaban
nuestras leyes, logrando con éxito la
incorporación de la mujer en el ámbito profesional y laboral. A pesar de ello, es difícil ignorar que en los países en vías
de desarrollo, como el nuestro, aun son las mujeres las que cargan el peso de
sostener el hogar con un esfuerzo que pocas veces es reconocido por sus
compañeros y por la comunidad en general; esto se da porque desde Eva, las cosas vienen siendo así. Como
afirma María Luisa Maqueda Abreu: “No es una cuestión biológica ni doméstica
sino de género (…) que es consecuencia de una situación de discriminación
intemporal”[1], lo cual expone claramente la complejidad de hablar de
prevención en el contexto en el que muchas víctimas no se reconocen como tal.
Como la mayoría de los males, este también se entraña en la pobreza y las
limitaciones que supone crecer inmerso en ella. Y parte de la solución es la
educación, que es un derecho y por lo tanto no deberían estar comprometidos los
recursos destinados a ella, en manos de los corruptos de este país. Sin
embargo, la conciencia no es algo a lo que se le pueda asignar un valor
monetario, ya que de ella parte la ruptura de un paradigma social que aun
venimos sembrando en nuestros niños. Ángel Hernando Gómez en su texto sobre
prevención de violencia de género en adolescentes, afirma que a pesar de las
altas prevalencias encontradas, el problema aparece como algo invisible[2], y cita algunas de estas estadísticas: En Estados Unidos,
una encuesta reciente del CDC (Center for Disease Control, 2006) encontró que
un 9.2% de estudiantes de secundaria había sido víctima de violencia, mientras
que González y Santana en España en 2001 informan que el 7.5% de los chicos y
el 7.1 de las chicas reconocen que en una o más ocasiones han pegado o empujado
a su pareja. Se debe tener en cuenta
para el diseño de estrategias preventivas, el vinculo con el llamado “matoneo”,
que finalmente actúa como
mantenedor y al mismo tiempo se nutre de las relaciones estructurales de
desigualdad[3], para que así, estén desarrolladas desde esta perspectiva incluyendo el establecimiento
de relaciones cooperativas basadas en la construcción explicita de un
currículum de la no-violencia, que según publicaciones de distintos autores, han
mostrado ser eficaces para disminuir el sexismo y el acoso entre iguales tanto en
la escuela como en el ocio, mejorando además las relaciones con el profesorado[4].
Por esta razón se considera que la solución comienza por la educación en
la igualdad[2], pero esta herramienta no solo debe ser aplicada a las
víctimas o personas con el riesgo de serlo, sino al sistema sanitario que no
debe tomar la investigación como mero ejercicio empírico, sino que dicho
conocimiento sirva de base para intervenciones oportunas y coordinadas con las instituciones jurídicas y policiales, para evitar que nuestras acciones terminen por aumentar el riesgo y el
ciclo de sufrimiento de la mujer maltratada[3]. Es por todo lo anterior, que en cabeza de los profesionales de
la salud y de la educación, seguidos por toda la población en general, debemos
ser gestores y transmisores de un proyecto educacional que tenga como marco
conceptual: La igualdad de género, el buen trato intrafamiliar y las buenas
conductas interpersonales, convirtiéndose este en una fuerte base para la
prevención integral de la violencia y para un verdadero cambio en nuestra
realidad social.
BIBLIOGRAFÍA
1. Abreu, M.L.M., LA VIOLENCIA DE GÉNERO , Entre el concepto jurídico y la realidad
social Revista Electrónica de Ciencia Penal y Criminología Enero de 2006. núm. 08-02: p. p. 02:1-02:13
2. Gomez, A.H., La prevención de la violencia de género en adolescentes. Una experiencia en el ámbito educativo.
Apuntes de Psicología, 2007. Vol. 25,
número 3: p. págs. 325-340.
3. Izabella Rohlfs, C.V.-L., Actuar contra la violencia de género:un reto
para la salud pública. Gaceta Sanitaria, 2003. 17 Nº4.
4. DiazGranados, M.-J., Sexismo, violencia de género y acoso
escolar. Propuestas para una prevención integral de la violencia. Revista
de Estudios de Juventud, 2006. Nº 73:
p. 38-57.
No comments:
Post a Comment